viernes, 15 de mayo de 2009

Tsar Bomba: La explosión más fuerte jamás creada

La bomba Tsar. ¿alguna vez se preguntaron cuál fue la liberación simultanea de energía más poderosa producto de la mano humana?

Corría el año 1961 y la guerra fría amenazaba con calentarse rápidamente. Ambas potencias, y sus países satélites, transformaban la Tierra en un tablero de ajedrez geográfico nunca antes visto. Entre los juegos de espías, pujas economicas, guerras satélites y demás muestras de “quién era más macho” estaban las prubas nucleares.

El resultado científico de estas pruebas importaba muy poco en realidad, eran hechas con la intención de decir “mi bomba es más grande que la suya”. Es así que la URSS creó la “tsar bomba”.

Esta bomba tenía un poder de liberación de energía total de 100 megatones, unas 100 millones de toneladas de TNT -para que se den una idea de lo descomunal del poder de esta bomba, una bomba de 1 megatón puede hacer desaparecer a la isla de Manhattan del mapa. Actualmente la bomba promedio del arsenal de Estados Unidos, la W80, tiene 150 kilotones (unas mil veces menos).

El nombre clave de la nueva bomba era “Ivan” y fue construida en sólo 15 semanas utilizando partes de otras bombas. Su funcionamiento era en base a etapas de detonaciones múltiples de bombas de Hidrogeno, es decir que eran varias bombas H explotando simultáneamente.


Apurados a trabajar velozmente, y cuando no con la manía que tenían los soviéticos de hacer las cosas a lo apurado, y todo atado con alambre, la bomba terminó pesando 27 toneladas métricas y un avión TU-95 tuvo que ser ampliamente modificado para poder cargarla. Era tan grande que no pasaba por las puertas de la bahía de carga. Diferentes medidas fueron tomadas para asegurarse de que los pobres pilotos volvieran a casa. Entre ellas pintar el avión con pintura reflejante -para disminuir el calor-; y anexarle un paracaídas a la bomba para darles tiempo de poner los motores a máxima potencia y alejarse lo más posible de la bola de fuego.

Todo ya estaba listo el 30 de Octubre del 61 y del total de 100 megatones se decidió bajar la intensidad a 50, reemplazando el material radiactivo de una de las fases de Hidrogeno. Era muy difícil saber que podría pasar, el temor opacaba incluso hasta los egos moscovitas.

Volando a una altura de 15 mil metros sobre la bahía de Mityushikha el TU-95 arrojó a “Ivan” sobre el punto exacto designado en el área de pruebas nucleares Novaya Zemlya. La bomba explotaría a las 11:32 am a una altitud de aproximadamente 4 mil metros. Las dimensiones de la explosión fueron tales que el destello luminico fue visible a más de 1000 kilómetros de distancia e incluso el choque sonoro tardó 49 minutos en viajar ese trayecto. Con el equivalente a 3800 bombas de Hiroshima, estructuras de madera a más de 100 kilómetros fueron totalmente destruidas. El poder fue tal que hasta ventanas en la lejana Finlandia volaron en pedazos. Como si todo esto no hubiera bastado para demostrar el poder de la bomba, la onda de choque recorrió 3 veces la Tierra antes de disiparse.



Un equipo de investigadores, que fue enviado posteriormente a tomar fotografías del area, quedó impresionado al ver el paisaje surrealista de la zona. Rocas y estructuras se habían derretido y mezclado con el terreno formando una superficie plana que se expandía por 25 kilómetros. Cálculos posteriores establecieron que si “Ivan” hubiera explotado con sus 100 megatones de energía la explosión podría haber desbalanceado el clima terrestre. A esto Estados Unidos respondió con una serie masiva de pruebas nucleares con bombas “menores” pero ya nunca más se volvió a largar una tan poderosa como “Ivan”.



Según Masatoshi Koshiba, Premio Nobel de Física (2002), 3 de estas bombas detonadas cerca de la atmósfera podrían dejar al planeta entero sin vida. Es incríble el poder destructivo que ha alcanzado el ser humano.

viernes, 8 de mayo de 2009

¿Por qué los relojes marcan las 10:10 en los anuncios?


Las 10:08 es la hora marcada por los relojes en la mayoría de sus anuncios televisivos, aunque este tiempo puede variar entre las 10:08 y las 10:10. Hay varias razones ofrecidas por las compañías de relojes, algunas de ellas psicológicas, pero ninguna de ellas verificable al 100% como el origen de dicha práctica: 

La forma que dibujan las manillas tiene un efecto positivo en el espectador: forman un tick que comúnmente significa «aceptable» o también «OK». Algunos espectadores identifican la forma dibujada por las manillas como una sonrisa: .

 La posición de las manillas no tapa el posible calendario, normalmente ubicado a las nueve (izquierda) o a las tres (derecha).  

La posición de las manillas no tapa el logo del fabricante, normalmente ubicado bajo las doce.

Las manillas están casi simétricamente equilibradas en la cara del dial. El minutero forma un ángulo de 48º a la derecha vertical mientras que la manilla de las horas está a 56º de la izquierda vertical. La simetría exacta estaría en las 10 y minutos, aproximadamente las 10 h 9 min 13,8 s; otras horas siméticas no coincidirian con esos valores.  

Si se dibuja un rectángulo dentro de la esfera con el límite marcado por el minutero, éste sería aproximadamente un rectángulo áureo, el cual se ha demostrado que es agradable a la vista.  

A las 10:08 el día aún es joven. Tenemos prácticamente casi todo el día por delante para realizar cosas.  

Las 10 es la hora a la que la gente se suele levantar cuando no tiene que madrugar. Por lo tanto la hora indicada esta asociada con el fin de semana, el entretenimiento y la relajación. Hay que decir que no todas las compañías usan esta hora en sus anuncios, pero la mayoría lo hacen. 

Existe una tradicional regla publicitaria no escrita, según la cual todos los relojes deben señalar las 10:10 cuando son fotografiados para figurar en un anuncio. Pero no es tal hora fruto del capricho, sino de un minucioso análisis estético de la imagen y de su impacto psicológico. 

Para empezar, no resultan estéticas las horas en las que se superponen las agujas, pues da la impresión de que el reloj tan sólo tiene una. Por ello se eliminan las 12:00, las 13:05, las 14:10, las 15:15 y las demás en que se cumpla esa regla. 

Por el mismo motivo se rechazan aquellas en las que las agujas estén muy próximas, pues ofrece una sensación de amontonamiento sin sentido al quedar libre el resto de la esfera. Parece que unos diez minutos (60 grados de arco) podría considerarse una distancia de separación mínima. 

Tampoco son admisibles las horas en las que las agujas se oponen, pues dan la impresión de ser una sola manecilla que atraviesa la esfera por su centro, cual flecha de cupido atravesando un corazón. Por ello se eliminan las 12:30, las 18:00, las 08:05, las 17:55 y las demás en que se cumpla esa regla. Por la misma razón se rechazan, como en el caso anterior, las horas que estén muy próximas a ese ángulo recto de 180 grados de arco. Y también en este caso los diez minutos parecen corresponderse a una distancia de separación mínima.

Tenemos límites “superiores” e “inferiores” que no nos permiten acercar las manecillas a menos de unos diez minutos ni separarlas más de veinte, para mantener cierta “distancia de seguridad” respecto del ángulo nulo y del ángulo plano. Notar que si las separamos más de treinta minutos (más de 180 grados de arco) nos encontramos en la otra mitad en la misma situación.

Tal como está la situación con la esfera dividida en dos sectores (a un lado y al otro de las agujas), la solución más equilibrada visualmente es que uno de los sectores sea el doble de grande que el otro. Al dividir los 360 grados de arco en tres partes, obtenemos 120 grados de arco, lo que se corresponde con veinte minutos. ¡Ya tenemos el ángulo que deben formar las agujas!

En principio, cualquier hora que mantuviese las manecillas con un ángulo de 120 grados de arco serviría, pero es mejor no utilizar aquellas en la aguja larga señala al 12, al 3, al 6 o al 9, pues aunque muchos diseños sustituyen los números por señales, es muy habitual que estos números se mantengan. Y, en tal caso, la aguja podría superponerse con el número o estar demasiado cerca, dando sensación de continuidad y amontonamiento. La eliminación de horas como las 11:15, las 15:45 y otras como estas, dará a la imagen una mayor claridad.Llegados a este punto son pocas la horas que nos pueden servir: las 00:20, las 01:25, las 01:50, las 02:55, las 03:35, las 04:40, las 05:05, las 06:10, las 06:50, las 07:55, las 08:20, las 09:05, las 09:25, las 10:10 y las 11:40.A continuación eliminamos aquellas que su lectura comporte un valor negativo, como en el caso de las 02:55 o “las tres menos cinco” o las 04:40 o “las cinco menos veinte”, porque es preferible, a nivel psicológico, un lenguaje más positivo como “las cinco y cinco” o “las seis y diez”, por ejemplo. 

Así nos quedan ocho posibilidades, de las que eliminamos las 01:25 y las 09:25, porque esos veinticinco minutos suponen que la aguja corta esté a medio camino entre la hora marcada y la siguiente, formando un ángulo menor que el buscado.De las seis restantes mantenemos aquellas que permitan ver claramente la marca del reloj, que se suele colocar en la parte superior, por encima del centro del círculo. Estas horas son: las 06:10, las 08:20 y las 10:10. 

La primera de ellas no nos sirve en el caso de que se ponga alguna indicación -como el modelo o tipo de reloj- en la esfera, ya que el lugar idóneo es en la parte inferior por debajo del centro del círculo. Así que quedan dos.Si la esfera fuera un rostro, las agujas dibujarían una mueca de tristeza a las 08:20 y una sonrisa a las 10:10. No resulta difícil escoger.

Las 10:10, hora conocida como happy hour por aquello de la sonrisa, es la elegida por cuestiones fotogénicas. Y la costumbre se ha seguido para los modelos analógico a sin importar el modelo, la procedencia o el precio. Aunque algunas marcas intentan dar un toque de originalidad o rebeldía cambiando la hora, pero solo se atreven a cambiarla un poquito como en el caso del Omega que señala las 10:08, o el Pulsar que señala las 10:09. Y aunque la hora no tenga esta justificación en los relojes digitales, se sigue la costumbre en algunos de sus anuncios.

Otra cosa más. Cuando hay segundero señala hacia los 25 o los 35 segundos, porque marcar los 30 -que sería la posición que dividiría el círculo en tres partes iguales- dejaría la imagen algo rígida y este pequeño desvío lateral rompe el dibujo puramente matemático.

Cosas de la costumbre.

fuente: diariodeunteleco.wordpress.com

miércoles, 6 de mayo de 2009

La CocaCola

Acerca de la Coca Cola hay muchos mitos. El más difundido es, sin duda, el secretismo que envuelve su composición química exacta. Incluso se dice que sólo dos personas conocen esa fórmula secreta y que las dos no pueden volar en un mismo avión, por si el avión se estrellara y el secreto muriera con ellos.

Conocer la fórmula de la Coca Cola es, sin embargo, relativamente fácil. Sólo hace falta usar durante unos segundos un espectrómetro óptico. 

Si nadie ha reproducido el sabor de Coca Cola con otra marca es sencillamente porque la fórmula está protegida con Copyright. Por ejemplo, la formula de la Pepsi tiene una diferencia básica con la de la Coca Cola y es intencional, para evitar demandas.

La formula de la Coca Cola es muy sencilla: 


• Concentrado de azúcar quemada –caramelo– para dar color oscuro y gusto.
• Ácido fosfórico (sabor ácido)
• Azúcar (HFCS-jarabe de maíz de alta fructosa)
• Extracto de hojas de la planta de Coca (África e India) y otros pocos aromatizantes naturales de otras plantas.
• Cafeína.
• Conservante que puede ser Benzoato de Sodio o Benzoato de Potasio
• Dióxido de Carbono en cantidad para freír la lengua cuando se bebe.
• Sal para dar la sensación de refrigeración. 

Como apunte, advertir que una lata de Coca Cola contiene más de un centímetro y medio de azúcar. Aproximadamente tres cucharadas soperas llenas de azúcar por lata.