miércoles, 12 de agosto de 2009

Tierra de Nadie.

El término tierra de nadie, o Terra Nullius, suele usarse para designar un territorio no reclamado por nadie o sobre cuya propiedad no existe ningún tipo de reclamación. A nivel internacional, Terra Nullius es aquel territorio no reclamado por ningún estado, o sobre el que ningún país o ente tiene soberanía alguna. El concepto fue usado durante la colonización con total alegría para considerar cualquier tierra en la que vivieran aborígenes como no ocupada, y así poder repartirla legalmente entre los colonos. En la actualidad, el caso más evidente es la Antártida. Todo pedazo de tierra que sobresalga del mar al sur del paralelo 60 es, por definición, tierra de nadie, merced al Tratado Antártico, que congela las reclamaciones de soberanía en el territorio polar.

Además de ese inmenso pedazo de hielo, sólo existe un lugar en todo el planeta Tierra que actualmente se pueda calificar de tierra de nadie. Se trata de Bir Tawil, un pequeño triángulo de desierto entre Sudán y Egipto que ninguno de los dos reclama. De hecho, ambos países lo reconocen oficialmente como territorio del país vecino. Ningún otro país tiene acceso al territorio. No es de nadie. Si siempre quisiste ser David Livingstone, esta es tu oportunidad. Bienvenido al siglo XIX.

Como suele ocurrir en estos casos, la cosa viene de lejos. De la época colonial, para más señas. Entre 1899 y 1956 el actual territorio sudanés fue gobernado al alimón entre ingleses y egipcios mediante un condominio, en lo que se llamó el Sudán Anglo-Egipcio. Según ese acuerdo el Reino Unido figuraba como “asesor” de Egipto en el gobierno de Sudán, pero la realidad era que Sudán era poco menos que una colonia británica. El acuerdo firmado por ambos países en enero de 1899 situaba la frontera entre Sudán y Egipto en el paralelo 22 Norte, desde la frontera común con Libia hasta el Mar Rojo, una línea recta de más de mil kilómetros a lo largo del desierto. Unos años más tarde, en 1902, Egipto, a instancias del Reino Unido, cedió a Sudán la administración de veinte mil kilómetros cuadrados de territorio situado al norte del paralelo 22 al este de la demarcación fronteriza; se tratabael conocido como Triángulo de Hala’ib. La cesión se produce porque las tribus nómadas que usaban los pozos del triángulo estaban basadas en Sudán. Se creó así una “frontera administrativa” o frontera de facto entre Egipto y su condominio.

La cesión del territorio también contempló la atribución a Egipto de un pequeño territorio de poco más de dos mil km² al sur del paralelo 22; Bir Tawil, un pedazo de desierto sin mayor interés que un pozo de agua fresca. Se trataba del único terreno egipcio al sur de la frontera de 1899. En 1956 Sudán alcanza la independencia, controlando el Triángulo de Hala’ib. Egipto reclamó desde el inicio el retorno a la frontera de 1899. De hecho, en 1958, Nasser envió tropas a ocupar el triángulo, aunque las retiró rápidamente. La reclamación egipcia permaneció latente hasta finales del siglo pasado. En 1992 el gobierno sudanés concedió los derechos de exploración y explotación de las aguas territoriales del Triángulo a una compañía canadiense, lo que motivó airadas protestas de Egipto. Para no meterse en líos, los canadienses abandonaron la zona hasta que la soberanía estuviera clara. Ocho años después Sudán retiró sus tropas del territorio, cediéndole el control efectivo (que no la soberanía) a Egipto.

Pero hete aquí que en 2004 se descubrió petróleo en Hala’ib. Ante la posibilidad de sacar partido el gobierno de Sudán reclamó inmediatamente la soberanía del lugar. Y esa es la razón por la que Bir Tawil es tierra de nadie. Los dos estados reclaman el Triángulo de Hala’ib, y, por lo tanto, ninguno de los dos reclama Bir Tawil. Reconocer la propia soberanía sobre el pequeño territorio implicaría necesariamente reconocer la del vecino sobre el triángulo. El pequeño territorio está deshabitado, y no existe ningún tipo de indicador fronterizo. De haberlo, probablemente uno y otro país indicarían “¡No es mío, no es mío!“. Si alguien tiene ganas de montar su propia micronación, al estilo de Hutt River o Sealand, ahí tiene su gran oportunidad. Que no se diga.

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